La pradera se ha visto salpicada de color morado, ya han florecido los cantuesos, ese color que tranquiliza el alma, le permite a ella gozar de una cierta serenidad y calma en el torbellino de su vida. Ese color que la conecta con lo más profundo de su yo y que parece haberse convertido en obsesión.
Tomada en sierra de la Demanda. Burgos