Tenía la vida en construcción, todo por delante, todo por hacer y ninguna prisa. Veía el tiempo sin límites, más bien no conocía lo que era su concepto, sólo éste le tocaba en el hombro en alguna ocasión. Mientras, quienes lo cuidaban, vivían con la impaciencia de ir contando los minutos, de ir previendo lo que iría a suceder en el futuro, para dejarlo acondicionado y protegido. Es lo que tiene la percepción personal del tiempo.
Tomada en Leioa. Bizkaia