Entre todas las flores ella sobresalía, queriendo acercarse más y más al sol. Cada mañana, entreabría sus pétalos para mirar de reojo a sus compañeras y ser ella la primera que ofrecía su cáliz amarillo al sol. Tal era a diario su desafío, que no se dio cuenta aquella mañana que sus pétalos de papel se iban a quemar.
Tomada en el acantilado de Barrika