Sonido en la niebla

A lo lejos un sonido seco le apercibió de que algo pasaba. No era la primera vez que lo oía, pero esta vez se puso en alerta, un sexto sentido se lo indicó. Intentó aguzar la vista hacia donde se había escuchado el sonido, pero aquella niebla le impedía ver absolutamente nada. Decidió, como tenía por costumbre, esconderse de nuevo en aquel zulo, no fuera a ser que los picoletos volvieran, él oficialmente estaba desaparecido y no alcanzaba a entender el porqué de tanta persecución. Ya escondido y tapado por la hojarasca, volvió a escucharlo, no había duda, se trataba de un arma de fuego, algún jabalí se habría escapado de la cacería. Pronto se escucharon pasos casi al lado, eran varios, y parecía que llevaban perros, se oía decir, tiene que estar escondido por aquí...., esta niebla no deja ver nada..., la referencia que me dio el ruso era en esta zona..., sí por esos árboles que bajan, ...de ésta nos lo cargamos definitivamente, el muy traidor, va a saber lo que es bueno!
Él reconoció aquella voz y sus piernas empezaron a temblar, después de los años casi lo había olvidado, pero los terribles recuerdos se empezaron a agolpar en su cabeza. Tenía que salir de allí como fuera, podía aprovechar la niebla, o los perros le delatarían. Maldita sea, cómo era posible. Tan pronto como pensaba el mejor modo de salir, notó que su tapadera de hojas se revolvía, entraba algo de luz, los hocicos húmedos de dos perros se asomaron, empezaron a ladrar, ya no había remedio, era el fin.
Se despertó empapado en sudor cuando casi amanecía y se filtraba un pequeño haz de luz por la ventana.

 Tomada en la Sierra de Gata. Cáceres